¿Quién no le teme a los payasos? Creo que uno de los antecedentes más traumáticos del miedo a los payasos lo tenemos con el famoso personaje llamado Eso, quien fue la causa de que más de uno de nosotros no pudiera dormir tranquilo durante la infancia.
Pero bueno, esta entrada no tiene que ver precisamente con el miedo a estos simpáticos personajes circenses, sino al negocio que han encontrado los delincuentes en el gran oficio de hacer reir a la gente.
Hace algunos meses, fuimos testigos de una noticia que dio la vuelta al país, cuando un grupo de delincuentes disfrazados de payasos asaltaron a mano armada una joyería de Guadalajara, llevándose un botín de más de medio millón de pesos.
Y hace unas cuantas semanas, una compañera de trabajo me contó la siguiente historia, a la cual he titulado ¡Qué creen!.
Mi amiga, a la que llamaremos Lucía, abordó un microbús en una de las avenidas más transitadas y concurridas de Santa Fé, aquí en la Ciudad de México. Su destino: la Universidad.
Como ya eran pasadas las seis de la tarde, algunos de los pasajeros iban dormidos, otros más, reflejaban el cansancio de largas horas de trabajo y tedioso traslado a sus respectivos centros laborales. Lucía, luego de subirse y sentarse en las últimas filas de aquel viejo transporte, optó por hojear un libro, para no aburrirse durante el trayecto.
Apenas había encontrado su última hoja leída cuando subieron dos jóvenes vestidos de payasos, a quienes pocos le prestaron atención.
-¡Atención, Atención, a continuación les traemos un gran show que los divertirá de principio a fin. Esperamos sea de su agrado y puedan apoyarnos con alguna moneda!, exclamó uno de los payasos.
El llamado no tuvo éxito entre los asistentes, por lo que una vez más el chico hizo un llamado a los presentes.
-¡A ver, a ver, aquí mi compañero los deleitará con una canción de Cristian Castro!-gritó nuevamente el chavo, pero nuevamente no obtuvo una respuesta satisfactoria.
-Bueno, como vemos que se nos vienen durmiendo, vamos a hacer un juego, cuando yo pregunte ¿Qué creen?, todos ustedes me responderán con un fuerte ¡Qué!, esto lo haremos tres veces ¿ok?-gritó por tercera ocasión el payasito.
Esta vez, la gente volteó a ver a los cómicos, con lo que se rompió el hielo y dio comienzo lo que parecía sería un entretenido juego.
-¿Qué creen?- Exclamaron los payasos.
-¡Quéeeee!-respondió eufórica la gente.
-¿Qué creen?-siguó el juego.
-¡Qué!- expresaron los pasajeros con gran emoción. Hasta el conductor participó en esta ovación.
-Qué creen?-gritaron por tercera ocasión los payasos.
Enseguida un fuerte ¡Quéeeeeeeee! estremeció el camión, ya que en ese momento, todos los pasajeros se encontraban interactuando con los cómicos. Cuando uno de ellos le dio respuesta a la pregunta masiva.
-¡Que ya valieron madre porque esto es un asalto- gritó a todo pulmón el delincuente, al momento que sacó de entre su ropa una pistola, con la cual amagó a los pasajeros y los despojó de sus pertenencias.
Lucía se quedó sin dinero y sin celular. Llegó a su casa y la primer reacción de sus familiares fue una sonora carcajada. Posteriormente, fue a levantar su denuncia y también obtuvo la misma respuesta por parte de las autoridades. Todo mundo se rió, pero nadie se percató de la magnitud del asunto.
Los asaltos a mano armada siguen en la ciudad, pero ahora, a parte de hacerse pasar por personas invidentes, los amantes de lo ajeno están optando por otras vías delictivas, como disfrazarse de inocentes personajes para ganarse la confianza de la gente y seguir robando.
Es impresionante la cantidad de robos que se comenten aquí en la capital mexicana, antes vivía con miedo, pero ahora lo veo a todas horas en cualquier parte, sea de día o de noche.
No queda de otra más que andar con precaución y desconfiar hasta de nuestra propia sombra. Y la próxima vez que vean un payaso en el transporte público, no se claven mucho con el repertorio, porque eso de pasar de la risa al llanto en un sólo segundo, está canijo.
Uno nunca sabe.
Saludos
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