agosto 05, 2008

Damaris y la "Chila"

La música de los Invasores de Nuevo León se cortó de tajo. Se apagaron las luces y comenzó el show. La canción "Music" de Madonna retumbó en aquella cantina y Damaris salió a escena.

No tenía espectadores, sólo un teporocho que trataba de distinguir la sexualidad de aquella imponente silueta que invirtió 30 pesos en su show y 10 minutos en la rockola del lugar seleccionado su repertorio.

Era día del padre, el lugar estaba a reventar. Presentarse en un auditorio lleno era el sueño de Damaris, a quien también llamaban nacho, auque ella se hiciera la occisa.

No dejaba de mirarse al espejo de pies a cabeza, y siempre remataba aquel ritual con un sensual apretón de senos, el cual aderezaba con una nada discreta mordida de lengua.

Sólo Don Manuel la observaba. Algunos de los presentes torcieron la cara cuando dejó de sonar la "Playa Sola", sin embargo, siguieron en el trago, en el interminable y agradable chupe.

Damaris se limitaba a bajar algunas botellas de caguama de una mesa, mientras seguía observándose una y otra vez.

"Tiene el complejo de Edipo", dijo un hombre mayor. "No, lo que ella tiene es Narcisismo", le respondió su acompañante. "Noo, que tiene el de Edipo, que no vez que no deja de verse la chichi", replicó soltando tremenda carcajada.

En otra mesa estaba la "Chila", la competencia de la sensual bailarina, y a diferencia de la otra, ella no tuvo los recursos para invertir en la mejora de su imagen. "Son espojas y qué", le dijo a una pareja que no dejaba de observarla.

La "Chila" llamaba la atención y más cuando dejaba ver su atormentada dentadura cada vez que reía, gritaba o lloraba por viejos amores. A leguas se veía que le tenía envidia a la Damaris, a quien no le quitaba el ojo de encima y muy "a la sorda" le copiaba algunos pasos.

La canción de Madonna terminó y no comenzó el show. La artista se acomodó el fleco, subió al tope su minifalta y se observó la suela de sus botas de gatúbela. De un salto subió a la mesa, volteó a ver a todos con tremensa sensualidad y se acomodó para iniciar su presentación.

Al fondo, una mesera coqueteaba con uno de los parroquianos, lo empuja, le da una cachetada y lo regresa para plantarle un beso. Lo suelta, se voltea y le pone enfrente otra caguama. El hombre saca de su bolsa un billete de 20 y se va a una de las mesas. La mesera mira al cielo y sonríe. Gajes del oficio.

Thalía hace su aparición y al ritmo de "Arrasando", Damaris se contonea y con movimientos circulares baja hasta casi tocar la mesa. Un hombre la observa, ella se da cuenta y abre sus piernas. Sonríe y mira de reojo al espejo. Su fleco sigue en el mismo sitio, su maquillaje impecable.

En pocos segundos Damaris hace gala de pasos Britniescos y logra captar la atención de los presentes. Se escuchan chiflidos. "Mucho ruido, saquen lana", grita Damaris con tremendo vocerrón que retumbó en aquella cantina y logró intimidar a más de tres.

"Rivalidad al máximo"

La "Chila" no pudo más y se acercó a la rockola. Miró de frente a la Damaris, quien haciendo gala de sus dotes artísticos y presumiendo de su muy conocida elasticidad, tenía boquiabiertos a los parroquianos con sus poses exóticas y sus pasos reggaetoneros.

La malaamiga no la pensó y desconectó aquel aparato. La alegría se esfumó en un instante. Las miradas se volcaron hacía la "Chila", quien tranquilamente enfuchó nuevamente la rockola y sacó de entre sus ropas una moneda de cinco pesos.

Depositó el dinero y como si fuera su nick bancario, tecleó cuatro dígitos para rápidamente correr hacia otra mesa. "Va para todos", vociferó.

"Te extraño más que nunca y no sé que hacer", versó aquella canción de Marco Antonio Solís. La "Chila" evocó con su cuerpo aquella escena de la película mexicana "Y tu mamá también", donde la misma melodía sirvió de preámbulo para dar pie a uno de los momentos más inolvidables de aquella cinta.

Y aunque la "Chila" no provocó la misma reacción que aquella película, si logró que algunos parroquianos corearan la letra y a ritmo de sonados aplausos, la hicieran sentirse la reina de aquel conocido centro nocturno.

Damaris se limitó a sonreir, se bajó inmediatamente de la mesa e intentó salir del lugar, pero un espejo la detuvo. Checó su fleco, se miró de pies a cabeza y se apretó los senos. Después de eso salió de la cantina.

El show de la "Chila" duró escazos cuatro minutos, no más. Sólo traía cinco pesos y sólo le alcanzó para una canción. Rápidamente la atención de los presentes nuevamente se enfocó en sus respectivas caguamas. La frustrada chica alzó desesperadamente su blusa y subió su falda. Nadie le tomó importancia.

La "Chila" tomó sus cosas y salió del lugar. Se vio en el espejo, revisó su tieso cabello y miró sus senos. "Sólo son esponjas y qué", se gritó asimisma para luego marcharse frustrada de aquel lugar.

La "Playa Sola" se dejó escuchar nuevamente en aquel sitio, donde la Damaris y la Chila se pelean diariamente, sintiéndose reinas del lugar y simbolos sexuales de aquellos hombres alcoholizados que sólo piensan en pistear, pistear y pistear.

4 comentarios:

D dijo...

Personalmente creo que la crónica siempre es mejor que la imagen, felicidades eres bueno!!
jajaja saludos y un beso grx por visitarme al blog tambien

Anónimo dijo...

jAjajajaja te la volaste con esa historia jajajajaja es real ????

Xellif dijo...

wow, me encanto la historia, buenisima, aunque la rubia de la foto creo que es la prohibida jejeje

BRIONES BLOG dijo...

Si, nomás es una imagen alusiva a la historia .. la cual es real y sucedió en una cantinucha del centro del Ciudad Obregón.